In medio virtus

Retomando lo retomable de estas diatribas, añadiré que la comparación entre la teología y teogonía propuesta por el movimiento albigense y la teología y teogonía judeocristianas -y más bien judías que cristianas- encerradas en el Pentateuco ofrecen la posibilidad de realizar un análisis profundo de las consecuencias del pecado, los alcances de ese mismo pecado en el transcurrir humano entendido como historia de pueblos, naciones y sociedades, por cuanto ambas tienen puntos de partida bastante generales y comunes a todos aquellos que comparten la misma herencia cultural y religiosa: la identificación de estos elementos constituye el punto de partida para un análisis que en la mayoría de los casos seguirá más o menos los mismos derroteros. Incluso como pueblo conquistado, el mexicano tendrá más en común con el español que con el hindú o el chino, en virtud de las concepciones religiosas que terminaron amalgamando a vencedores y vencidos.

Apelábamos a la lógica como una herramienta menospreciada y que ha sido relegada al olvido, en virtud de una herencia basada sobre todo en la tradición, y que rehuye a priori todo intento de abstracción y análisis.

Una pregunta que remite a su vez a otra -y ya formulada con anterioridad- que no puede ser ignorada y necesita más que nunca en nuestros días una respuesta apartada de la rancia tradición que hace agua por todos lados es:


¿Por qué no sopesar la posibilidad de que Dios efectivamente 'no nos quiere' ni 'nos ama'?

Esta pregunta hace evidente a su vez a la siguiente:

¿Por qué debe ser Dios un ser superior 'necesariamente' bueno?

Afirmar la existencia de una entidad superior conlleva por parte de quien afirma una doble posibilidad, cuya resolución excluye automáticamente a una de las dos, dejando en pie solamente una.

Primera: la entidad superior posee formas atropomórficas -y con esto no sólo hablamos de fisonomía, sino de intelecto, raciocinio- abriendo de esta manera la posibilidad de que una vía de comunicación posibilite el encuentro entre creatura y creador.

Segunda: Dios crea el mundo como un agregado arbitrario de elementos, cubriendo un amplia gama de seres y abarcando el espectro completo de posibilidades tornándolas realidad. Así tenemos que inanimados, brutos, razonantes, entidades incorpóreas -ángeles, demonios- son creados sin 'especial concentración', y sólo como el resultado efectivo de una decisión arbitrariamente tomada por un creador al que resulta imposible llegar.

La primera idea instantáneamente ofrece al hombre los caminos o vías para establecer dicha comunicación, por descabelladas o inverosímiles que puedan ser. Por lo general de esta postura nacen las corrientes religiosas en sus estadios primitivos, antes de pasar a la sistematización de su cúmulo de creencias y ritos.

La segunda opción conlleva implícita la creación, nacimiento y desarrollo de toda teología. [...]

Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.